ACERCA DE MI

Aquella feliz granja de mis padres y mis 13 hermanos vivimos disfrutando de la naturaleza. Nada nos faltaba había toda clase de alimentos: árboles frutales y se cultivaba un espíritu sano y mucho amor.
Los aromas y los bellos diseños naturales jugaron en mi mente: la fantasía y el sentir divino con gratitud.
Todo en mi potenciaba un sentir que algo más había en la vida.
Desde pequeña reconocí que esto sería un don natural.
La infancia donde recibí con amor la conciencia natural y la Ley Divina. Te cuidan con amor. Te nutren en la niñez. Se disfruta todo el entorno y el cariño. En mi caso haber tenido un padre y una madre que han luchado con amor y alegría. En casa no faltaban flores, ni frutas. La huerta de mamá y los sembradíos junto a nosotros. Recuerdo estos momentos y los vuelvo a disfrutar.
Yo recibí todo lo mejor de mi vida en la infancia. El valor de haber nacido en el amor.
Los chicos son como una esponja, necesitan de todos. Ahora te necesitan todos los días en un período de vida y le va a servir para toda la vida.
Me paro frente al mundo de hoy frente a los grandes conflictos que estremecen el mundo y de los cuales también formamos parte, de manera activa o pasiva.
Para volver a cultivar esos trigales, en los campos del mundo en el ruido de hoy es necesaria la conciencia natural, la ética y la justicia que surge del buen ánimo de vida. Observar como con paciencia y lentitud, la naturaleza escucha y aprende a renacer.
Paciencia y aceptación del devenir “más allá no hay nada, solo encontraré lo que yo quiero ver”.
Si tenemos claro algunos cómo y porqué, ¿por qué nos desviamos?
¿Falta este cuidado para nutrir a este ser?
He experimentado la familia y el papel de la mujer es muy importante. En sus manos está la vida compartida. Soy una mujer del Paraguay de la tierra y con sangre guerrera, así como el singular de todas las mujeres del mundo.